La palabra moral proviene del latín morālis, que a su vez se deriva de la voz latina mos, moris, que significa ‘costumbre’.
El vocablo morālis se aplicaba a las normas concretas que regían las acciones y conductas de las personas. Estas normas, por lo general, venían de los usos y costumbres de la sociedad, es decir, de la tradición.
Los romanos, con este vocablo, recogían el sentido de la voz griega έθoς (éthos), pero, a pesar de este parentesco, ambos términos, en su evolución en la lengua española, desarrollaron ciertos matices diferenciadores.
La moral continúa refiriéndose al conjunto de las normas, creencias, valores y costumbres que guían la forma de conducirse de las personas en una sociedad determinada. Así, la moral es lo que distingue lo bueno de lo malo, lo aceptado de lo condenable, lo que está bien de lo que está mal.
La ética, en cambio, hace referencia a la rama de la filosofía que se encarga de estudiar y reflexionar sobre la moral. De este modo, aunque haya quien use ambos términos de forma indistinta, como sinónimos, estos no se refieren exactamente a lo mismo.
Vea también Etimología de ética.