Tanto setiembre como septiembre son grafías admitidas para referirse al noveno mes del año en el calendario gregoriano. Su nombre recuerda que era el séptimo mes en el calendario juliano, vigente hasta 1582.
Setiembre refleja en la escritura la pronunciación relajada de la p y es muy frecuente en el habla espontánea.
Por su parte, septiembre es una grafía más conservadora, pues conserva la p de la raíz etimológica latina september. Es el uso más recomendado para situaciones más formales y esmeradas de comunicación.
Aun así, las dos grafías son aceptadas y la pronunciación con o sin la p es, en muchos casos, una preferencia dialectal.
Así, lo mismo podemos decir, por ejemplo:
- Yo cumplo años en septiembre.
- Septiembre es mi mes preferido: es el primer mes de la primavera en mi país.
- Las primeras lluvias de septiembre lo pillaron sacudiéndose todavía la modorra del verano.
Que decir, por ejemplo:
- En setiembre empezamos las clases.
- Me encantan los colores de las hojas en setiembre.
- Había sido un setiembre caluroso.
La relajación de la p es común en la articulación del grupo consonántico pt dentro de una palabra y da lugar a varios casos de doble grafía, como: adscrito y adscripto, descrito y descripto, inscrito e inscripto, prescrito y prescripto, séptimo y sétimo, suscrito y suscripto.
Aunque los diccionarios registran setiembre como variante ortográfica de este sustantivo propio, la norma culta da preferencia a septiembre. No así en el caso del adjetivo derivado, septembrino, que solo aparece en esa forma.
No obstante, es digno de destacar que el premio Nobel de Literatura colombiano, Gabriel García Márquez, solía decantarse por el uso de setiembre en sus libros.
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